El xenotrasplante se ha convertido en una palabra milagrosa, que hoy en día se escucha con bastante frecuencia entre los profesionales de los trasplantes, pero también fuera de la comunidad científica y médica. La razón de este gran interés y de la especial fascinación que suscita la idea es la esperanza casi desesperada de resolver la actual escasez de órganos y de ampliar los trasplantes a un espacio ilimitado para ponerlos a disposición de todos los enfermos que los necesiten. La idea de los xenotrasplantes se remonta a 1667, cuando el médico francés Jean-Baptiste Denys aprovechó las venas de animales de granja para realizar transfusiones de sangre humana. Sin embargo, aparte de la demanda clínica, hay que superar obstáculos evolutivos como las diferencias inmunológicas y otras biológicas entre especies. Asimismo, las consideraciones éticas sobre los beneficios y los riesgos desempeñan un papel fundamental en los debates actuales.
